Desde la expulsión de los Jesuitas en 1767 hasta 1775, la estancia fue administrada por la citada junta. Luego sale a remate en tres oportunidades y en todas ellas, los interesados eran integrantes de la familia de Félix Correas, originario de Mendoza. Luego fue adquirida por Pío León quien la loteó y en 1873 la convirtió en la Villa Primera, luego Jesús María.
En 1941, la estancia fue adquirida por el gobierno nacional y declarada Monumento Histórico. A partir de 1946, funciona como Museo Jesuítico Nacional, recreando las condiciones originales del emprendimiento. También, en el mismo año, comienzan las tareas de restauración.
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